01 Dic. 2019
Como cualquier joven apasionado de los coches, siempre soñó con correr algún día para la marca de Santa Ágata. Hoy, convertido el sueño en realidad, Albert Costa confiesa que la exigencia de estar a la altura de un mito es también es enorme.
¿Te genera una especial responsabilidad pilotar para una de las marcas con más leyenda de la historia del automovilismo?
Responsabilidad especial, no. Orgullo especial, sí. Soy consciente de que, como dices, pilotar para Lamborghini es hacerlo para, probablemente, una de las tres marcas más legendarias del mundo del automóvil. Pero también soy de los que piensa que, cuando trabajas a tope para hacer las cosas bien, no debes sentir mayor responsabilidad ni presión si no es para motivarte. En este sentido la mayor motivación que tengo al correr para “Lambo” es ser consciente de que se trata de un coche ganador al que debo exprimir todo su enorme
potencial.
Supongo que, como piloto de carreras, valoras en tu Lamborghini cosas diferentes a lo que valoramos el resto de simples aficionados…
Evidentemente es así… pero eso no significa que no entienda que a los aficionados lo que les llame más la atención sea su estética o su sonido. ¡Incluso a mi me llaman la atención! Lo que pasa es que, como piloto, tengo que valorar más su potencial como coche de carreras en un circuito y tengo que decir que como base es un coche excepcional. Es muy fácil de trabajar para los mecánicos y por poco que le hagas enseguida le sacas todo el partido. Valoro muchísimo ese aspecto, que el equipo es capaz de sacarle todo el potencial. Me refiero, lógicamente, a la parte mecánica.
Hablemos entonces de la otra parte, la del pilotaje. ¿Es un coche difícil de pilotar?
Es un coche que me ha obligado a adaptarme en algunos aspectos de mi pilotaje porque yo venía de otro coche con motor delantero y el Lamborghini lleva motor trasero. Eso implica una inercias y cambios de peso diferentes en virajes que, en un coche tan ligero, provocan una
cierta tendencia a irse de atrás. Al mismo tiempo es también muy compacto y muy ratonero, muy juguetón y eso me encanta. El Lamborghini te obliga a lo que los pilotos llamamos “V-Shape”; llegar muy tarde y muy rápido al vértice de la curva, frenar muy tarde y dar otra vez rápido
gas. Antes, mi estilo de pilotaje era más de dejar al coche correr por la curva.
Por cierto ¿conduces un Lamborghini por la calle?
¡Ya me gustaría! Estoy intentando que me dejen uno un par de fines de semana para disfrutarlo… a ver si hay suerte y se puede
hacer algo con los amigos de Quadis… Fuera de la pista conduzco dos coches también magníficos pero bastante más discretos que un “Lambo”: un Audi RS4 y un Jaguar.